Wednesday, October 11, 2006

Las gordas saben muy bien 2a parte


La gorda quiere más.

Se llamaba Julieta y era casi igual de peda que yo.

Nos veíamos habitualmente en el trabajo. Pasaba y me saludaba de besito cachetón, lo cual odio y más si es de una desconocida que se siente conocida solo porque una semana antes le había concedido unos dancings y le había untado mi rodilla en su panocha. Para mi suerte se la creyó y cada vez que iba a “La calefacción” ella ahí estaba. O llegaba con horas de anticipación o llegaba justo cuando estaba por irme. Seductoramente me invitaba más chelas o tragos de bacardí a los cuales yo accedía sin problemas. Además cada vez que me ponía pedo lo gorda se le quitaba. Se me hacia súper cachonda y me daban unas ganas terribles de follarmela salvajemente. Con cada copa de más ella se acercaba y me hablaba de tonterías de cómo le gustaba dar sexo oral, les gustaba hacer obras de teatro infantiles, les gustaba no cuidar a su hijo de 2 años, le gustaba que su esposo no la pelara y que Yo le gustaba. Ahí la cosa cambio. No soy de los que se les avienta a las chavas y menos a la ñoras gordas con hijos que no los pelan. Pero estaba en una ciudad nueva, en un nuevo trabajo y me sentía solo. Sé que esta frase de que me sentía solo suena muy cursi pero era la verdad. Además esta mujer era la única que se quedaba hasta el final de mis pedas y aunque me era insoportable cuando se ponía a cantar karaoke rolas de Marco Antonio Solís mejor conocido como “El Buki” había algo en ella que me prendía la mecha.

En una de esas tantas noches en el bar nos quedamos solos en la barra. Los asientos eran altos y de nuevo mi rodilla quedo exactamente en dirección de su pubis. Ella se acerco y mi rodilla hizo de nuevo lo que tan bien sabe hacer. Frote que te frote el choclito de la gordis. Ni tarda ni perezosa me quito la rodilla y poso mi mano ahí. La sobe un poquito pues en mi otra mano pendía mi vaso lleno de cuba. No quería que se cayera. El barman llego y el foreplay se detuvo. El barman nada guey me dedico una miradita de Orale con el Mariano cochinon a la cual respondí con un movimiento de hombros. Julieta siguio platicando con la dueña del lugar y seguía comprándome chelas y tragos. Algo me decía que ese día iba a comer pollito. Ya casi daban las tres de la mañana y ella ya andaba dando las de Oaxaca. Yo seguía medio sobrio pero andaba más pedo. Así que optamos por irnos. Ella me dijo que si no la acompañaba a tomar un taxi. Accedí caballerosamente. Ante una dama de esa categoría no me podía negar ya que gracia a ella había consumido bastante alcohol chido. Y gratis que era lo mejor. Y ella se veía esculturalmente rechoncha. Sus lonjas se veían sabrosas y sus enormes pechos no les negaría una buena chupada. Además de que es chaparra no se veía tan borrosa. Así que saliendo del bar y doblar en la esquina me pare enfrente de ella y sin decir nada la bese apasionadamente. Deje que la boca y la lengua hicieran lo que quisieran. Ella respondía mis besos con pujiditos alcoholizados. Mi mano sobaba sus pechos con sutil gracia y sentía su gran tamaño. Nunca antes había sentido esa frescura que da la gran cantidad de carne a tu disposición. Y en verdad era gozoso. Tocar su panza sin tapujos, peñiscar sus tetazas sin recato alguno y tratar se sobar sus nalgas caídas era asombrosamente nuevo. Atrás quedaron esos sosos pensamientos de: La niña en cuestión tiene que ser bonita, flaquita y buenita para que caliente al machin. Para nada. Eso es cosa del pasado. Como bien decía Riki Luis: “…Las gordas son la moda que pronto va a venir…” algo de profeta tenia esa canción. Y yo me aplicaba. Hacia meses enteros que no sentía a ninguna mujer en mi poder de seducción. Pero esta me había seducido de la manera mas barata. Me había comprado con chelas y tragos de cuba. Era su putito. Su muñeco que con solo unas chelas y un poco de más alcohol le daría las llaves de mi bragueta y dejaría que se embriagara de lefa con sabor a cerveza. De mi cerveza.

Sin embargo algo la aturdió. Fue mi mano que se quería introducir debajo de sus calzonzotes. Con trabajo mi mano había viajado debajo de sus lonjas y había encontrado la manera de entrar en contacto con su ombligo para deslizarse más abajito. Ahí de donde salen los chamacos por primera vez a dar un vistazo a este mundo cagado. Ahí mero la quería yo meter y la gordis se saco de onda. ¿Pues no que quería acción desenfrenada?

-- Es que me la acabo de rasurar Mariano. Estoy muy sensible.

--Pues por eso mismo.

Mi mano se metió sin que ella opusiera resistencia, cerro los ojos y me la guió como si no supiera donde meterle mis dedos curiosos. Sentí poco a poco su camino recién podado. Unos vellitos bebes me indicaban por donde seguir,ah, una ranurita rosa se siente aquí. Mis dedos me hablaban del paisaje que veían. Una depresión en su carne estaba mojada y bullía de calor, sangre y alcohol caliente. Mis dedos se clavaron al fondo. La gordis gemía despacio como para no despertar a los vecinos de esta pínche calle sola y vacía.

Más y más y más mis dedos se volvían locos. Ella solo meneaba la cintura de allá pa’ ca. Yo trataba de besarla. Le lamía sus cachetotes rosas sudorosos. Mi otra mano estaba libre para sobar esos pechos tan magníficos, grandes, mamables a más no poder. La gordis en eso saco mi mano de su entrepierna. Mis dedos chorreaban un líquido inodoro e insaboro. Se lo puse en la nariz para que se oliera ella misma.

---Ay esperate. Nos van a ver.

¡¡¡¿¿¿ Quien diablos nos va ver???!!! Mi cara le dijo todo.

--- Pues la gente. En las ventanas.

A lo mejor sus pujidos levantarian a la gente pero a mi eso me valía un soberano cacahuaton.

Sin decir nada le volví a meter los dedos. No me gusta que una buena acción se suspenda así de pronto sin una buena razón.

-- Ayyy no es que me voy a venir.

--Ese es el propósito de mis dedos. Así que mejor camina y tu hazme una chaqueta. Mira de esta esquina hasta la otra. Yo te masturbo y tu me masturbas. Todo parejo. Sin racismos. ¿Va?

--Pero es que nos van a ver.

Ahh que con su onda de no querer. Además la calle esta supersola.

Mi mano inquieta quería seguir jugando en sus aguas calientes rosadas. Además un pubis bien rasurado siempre es bienvenido. Y así se lo iba a dejar: bien venido.

Para no hacerla sufrir caminamos de la mano algunos metros. La volví a parar y la volví a besar. La arrincone en un lugar cubierto de sombras. Ahí mi mano se volvió a introducir debajo de sus, ahora ya, sabrosas lonjas. Mis dedos ahora si tenían la velocidad requerida para lograr que esta señorita pasada de carnes supiera lo que es un orgasmo callejeromadrugador.

---Ayy me vengo. Musitaba a mi oído la muy zorrota. Zorrota por el tamaño de ella.

Y si. Se vino dejando caer un chorro de agua turbia en mi mano. Mis dedos estaban empapados de agua turbia. Caliente y tibia al mismo tiempo. Yea.

Pero mi diablo no quería dejarla así. Tenia que mamar esas tetazas ahora mismo. Sin dejarla disfrutar de su orgasmion mi mano mojada se limpio en sus pechos los cuales quería sacar a que tomaran el aire. Y por lo visto ella también lo deseaba. Se desabrocho el eterno corpiño y se levanto el suéter negro que traía puesto. Sus tetas por fin las veía. Sus pezones se confundían con la noche. Mi boca se abalanzo hacia ellos. Lenguetazos rápidos por si pasa la tira y nos mira y nos lleva a la delegación por faltas a la moral. Que más da. Aprieto sus senos. Mis dos manos apenas cubren a uno. Ella respinga y dice que se vuelve a venir. Le sobo su chumino por encima de la ropa. Mojado de nuevo. Su ropa húmeda la delata. Se vuelve a poner su corpiño y se vuelve a acomodar su suéter negro.

Ahora ya mas tranquila me besa pero yo lo que quiero es que mame mi verga. Ya esta a punto de volar de tan erecta. Nos acercamos al estacionamiento de un centro comercial y la conmino a que se atreva adarme unos chuapadones.

--Ven aquí nadie nos ve. Aquí no hay casas. Ni nada.

--Ayy n o que tal si pasa la policía y nos lleva.

--ohh que no mujer. Mira como la tengo.

Le meto su manita rechoncha en mi panto y ella solita me baja el bóxer. Me soba la verga dura con su manita de gordis. Uy yuyuy. Si tan solo pusieras tu bocota ahí Julieta. Pero la muy sacona dice que no. Y como yo respeto a las mujeres le digo: Bueno como quieras.

La acompaño a la parada y me la siento en mis piernas para darle unos buenos rozones en su culazo. Ella se menea de lado a lado hasta que pasa un taxi al cual le hace la parada.

--Ayy ¿no me vas a acompañar a mi casa?

-- Pues vamos.

Ya que más me quedaba. Esperaba que en el taxi Julieta se doblegara y me regalaría unas mamaditas. Pero no. El camino a su casa fue serio. Casino hable. La peda regresaba a su lugar y no entendía lo que me decía ella ni el chofer. Por fin llegamos a su casa pero el taxi paso de largo debido a las instrucciones de Julieta.

Al bajarse ella me dio un billete de 200 pesos.

--Pero si ya le pagaste al taxi.

--Es para que tú pagues Mariano. El tuyo. Yo solo pague el mío.

--Ah—

Cerró la puerta y desapareció en la calle.

--Entonces. .. Adonde lo llevo joven?

Vi el billete y le dije que me llevara a mi casa.

El billete seguía en mi mano y mi verga ya no estaba parada.

El mareo era conciso, preciso y macizo.

Y yo me pregunte: ¿Es así como se sienten las putas?


Poco después me la volvería a topar y vaya que me desquite.

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

hola a todos..!!!!
cheque su blogger y me parecio super chidilla, espero alguna vez poder colaborar con ustedes.

cuidense

6:15 PM  
Blogger vodka_ysn said...

gracias por tu lectura y cualquier aporte lo puedes mandar a
borrachos_pro@yahoo.com.mx y con un mointon de gusto lo publicaremos. Y pues a seguir chupando que el mundo todavia no se acaba

12:49 PM  

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